SUEÑO HUMEDO

Me he despertado;
A mi lado he encontrado tu sonrisa, la de tus ojos, de tu boca y tu corazón. Lo he sentido latir tanto como el mío propio.
El silencio tan solo delataba el compás de ambos corazones. Te quiero abrazar, unir tu pecho con el mío, para que los latidos sean acompasados. Y lo hago, ahora el sonido en uno solo, pero más fuerte.
Al abrazo le uno un beso, como preámbulo de un buenos días, que los dos estamos esperando. Junto al beso, caricias incontenidas, pasión que no se controla y que solo tiene una sensación, la del amor que té profeso.
Ahora eres mía. El amor antes compartido, quiere ser dominado. Eres mía, quieres ser mía y deseas que te domine. Lo que te quiero, hace que de esclavitud pase a ser dominante, porque tú lo quieres, tú lo reclamas y deseas. Quieres doblegarte al amor y me estas pidiendo ser dominada. Yo te amo y cumplo tus deseos.
Eres mí posesión. Queriéndote deseo doblegarte, dominarte. Hacer que sin dolor; seas hoy, el juguete de amor que estas pidiendo, reclamando, gritando por ser mi amada esclava.
Y no hay nadie más esclavizado que yo. El amor que te siento hace que sea objeto de tus deseos, que los convierta en míos propios, que dominándote a ti, sea yo, el este dominado. Amándote a ti, también sea yo, quien sea amado.
Tus ojos me piden amor, caricias, sensaciones y que nos perdamos en el laberinto de las pasiones. Yo quiero concederte esos deseos y muchos más.
Besándote, saboreando tus labios extiendo tus brazos hasta unir las muñecas. Con una suave cinta las ato, y tirando de ella, te conduzco allí donde los dos deseamos unirnos.
Hasta la ducha, donde se limpian los sueños, donde el agua acaricia la piel, alimentando nuestros sentidos. Donde te quiero amar, vida mía.
Ato el extremo de la cinta al soporte que la ducha tiene en el techo. Estas de pie, tan solo con una camiseta y con los dos brazos atados hacia el techo.
Un calambre recorre todo tu cuerpo, dejando una agradable sensación a su paso. Tu risa nerviosa y tus ojos reclamando caricias, nos sumen en un mundo del que no deseamos salir, pleno de sensaciones, deseos y cariño.
Abro la llave, la lluvia artificial, cae sobre ti, estimulando tu piel como una caricia. Agradeces el agua templada mientras empapa tu camiseta, que hace que esta se te pegue, como una segunda piel, haciendo que resalte el busto. Tus pechos acompañan la respiración agitada, se mueven firmes y deseando liberarse de la prenda que los oprime.
Me acerco a ti mientras el agua comparte nuestro cuerpo. Mis manos acarician tu espalda, hasta llegar al cierre de la prenda. Suelto el sujetador y tus pechos se liberan firmes y turgentes, ansiosos por ser acariciados y besados.
Deseo que nos concedemos. Y mientras acaricio tus pechos, mis labios se unen a los tuyos en un apasionado beso, sin dejar de acariciarte. Tu respiración es cada vez más fuerte y agitada.
De un tirón, la camiseta queda rasgada, dejando libre el contacto con tu piel. En las caricias, mis manos son el preludio donde luego estarán mis labios. Caricias apasionadas que notan como tiembla tu cuerpo. Besos en tu piel agitada y empapada por el agua que ahora nos moja a los dos. Jadeos más intensos, cuando un nuevo beso roza otra parte de ti.
Ya mis manos bajan por tu cintura, seguidas de mi boca. Al final de la espada se entretienen, notando cada impulso de tu cuerpo. Mi boca se dirige lentamente allí donde a gritos reclamas el beso. Despacio para hacértelo desear, mientras escucho el llanto mezclado con los gritos, pidiendo placer. Y quiero dártelo, ¡lo deseo tanto!
Disfruto acariciando tu espalda, toda ella, mientras mi boca llega donde los dos queremos que llegue. La prenda íntima es como el velo que hace más agradable el beso. El agua une aún más nuestros cuerpos y corazones. Tus gritos se unen a los espasmos de la agitación, que cada vez la sientes más fuerte. Y llega la explosión, intensa, larga, esperada y deseada.
Suelto la cinta y me abrazas fuertemente, cerrando los ojos, juntando los cuerpos y diciéndome el oído, mil palabras de amor.
Me he despertado:
Mi cuerpo está bañado en sudor. Mi cara regada por las lágrimas de no seguir el sueño. Mi corazón también llora, porque nota tu ausencia.
Un cuerpo y alma agitados y deseando dormir, para volver a encontrarte en el sueño. Un corazón triste, por no volver hacerlo. Una mente, que solo dibuja tu presencia. Un amor, que solo lleva tu nombre. Y yo, que te quiero más que a mi vida... alma mía.

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